Los formales y el frío




Quién iba a prever que el amor ese informal

se dedicara a ellos tan formales.


Mientras almorzaban por primera vez,

ella muy lenta y él no tanto

y hablaban con sospechosa objetividad

de grandes temas en dos volúmenes

su sonrisa - la de ella-

era como un augurio o una fábula

su mirada - la de él- tomaba nota

de cómo eran sus ojos - los de ella-

pero sus palabras - las de él-

no se enteraban de esa dulce encuesta.


Como siempre o casi siempre

la política condujo a la cultura

así que por la noche concurrieron al teatro

sin tocarse una uña o un ojal

ni siquiera una hebilla o una manga

y como a la salida hacía bastante frío

y ella no tenía medias

sólo sandalias por las que asomaban

unos dedos muy blancos e indefensos

fue preciso meterse en un boliche.


Y ya que el mozo demoraba tanto

ellos optaron por la confidencia

extra seca y sin hielo por favor.


Cuando llegaron a su casa - la de ella-

ya el frío estaba en sus labios - los de él-

de modo que ella fábula y augurio

le dio refugio y café instantáneos.


Una hora apenas de biografía y nostalgias

hasta que al fin sobrevino un silencio

como se sabe en estos casos es bravo

decir algo que realmente no sobre.


Él probó: sólo falta que me quede a dormir

y ella probó : ¿ por qué no te quedas?

y él : no me lo digas dos veces

y ella: bueno ¿por qué no te quedas?


De manera que él se quedó, en principio

a besar sin usura sus pies fríos - los de ella-

después ella besó sus labios - los de él-

que a esa altura ya no estaban tan fríos

y sucesivamente así

mientras los grandes temas

dormían el sueño que ellos no durmieron.


Mario Benedetti


1 comentarios:

Medusa Dollmaker dijo...

Me encantan Mario Benedetti y Pablo Neruda. Eso es domar las palabras y lo demás tontería!